lunes, 12 de abril de 2010

Vial crucis

El trago, sí. Las negligencias de todos los que manejan, sí. La falta de señalización en las calles, sí. La falta de calles alternas, sí. El exceso de velocidad (que digo exceso, más bien el complejo de corredores de Fórmula 1, sí. El manejo ofensivo, en lugar del defensivo, sí. El calor insolente que desespera a cualquiera, sí. La epidemia de motocicletas zigzagueando en las calles, sí. La inoperancia de la policía de tránsito, que más parece contratar para cobrar mordidas, sí. Los peatones en la vía, sí y sí. Y sobre este punto, como me atañe, sólo una aclaración: y como no circular por la vía si vivimos en una ciudad sin aceras, y en donde hay, o son el parqueo de carros o el territorio de negocios, porque les recuerdo mis queridos ciudadanos, por si ya se les olvidó, vivimos en una ciudad donde las personas son las que menos importan, en general. Peor aún si usted es un ciudadano de a pie. De qué nos asustamos de 12 ó 28 muertos, no dice la OMS (Organización Mundial de la Salud) que 1,3 millones mueren cada año por accidentes. Son tantos los muertos que hasta se inventó un día para recordar a las víctimas de accidentes de tráfico, el 16 de noviembre. Ahorrémonos las efemérides. Dejemos de lamernos como los gatos después de haber cagado. Comencemos por reconocer la culpa individual que sumada arrojará una culpa colectiva, pero no nos quedemos con el golpe en el pecho, eso no va a salvar al próximo que quede untado en el pavimento.