En el rebusque
A J.C lo que más le gusta es cocinar. Sin embargo, por circunstancias de la vida, J.C es, desde hace unos meses, es creativo de una de las agencias de publicidad más antiguas de Managua. J.C nunca llega a la redacción a la hora trazada por sus superiores, a las ocho y media. Él se rebela y siempre llega con su semblante fresco a eso de las diez de la mañana. Antes de sentarse frente a su computador, donde su perfil sobresale por su barriga prominente y su nariz de muppet, saluda a sus compañeras en el pasillo de la siguiente manera: "¿Ya llegaron los mostrencos?". Se refiere así a un par de jefes que amanecen (y anochecen también) en la agencia, un par de comisarios que, como inspectores de maquilas, verifican la entrada y la salida del resto de creativos. Cualquiera le responde a J.C. "Sí, ahí están". Y él sonríe y su nariz, que parece un gancho de colgar vacas recién destazadas se ensancha con su sonora carcajada. En los últimos días, ha sido común para J.C escuchar uno que otro elogio. "Qué rica te quedó la comida", o, "chiquito, cuando vas a hacernos otro almuercito". Por la crisis, dice él, ha decidido sacrificar su tiempo, y venderles almuerzos una vez por semana a sus compañeros de la agencia.
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