martes, 18 de agosto de 2009

Cosas de muñecas

Tengo una prima que va a ser mamá. Ese no es el drama en un país donde el deporte rey es copular y el trofeo traer hijos al mundo a chorros. Lo malo es que mi prima tiene 16 años, no terminó el bachillerato, el novio la llama al celular un día sí, otro no, y ella piensa como si tuviera ocho años. Como si todavía estuviera jugando con trastos y muñecas en el patio de Acoyapa ha vivido siempre. El otro día, cuando le dije que abusaba de la gaseosa y que el chigüín le saldría anémico, me contestó: “así lo vas a querer”, y se rió. Hoy fue al hospital Alemán a pasar consulta. Esperó cuatro horas para que la atendieran. En ese rato escuchó a una mujer putearse con el portero porque no la dejó pasar a llevarle ropa a su hermana recién parida. Vio a otras con el cuerpo inflamado de dolor. Cuando le llegó el turno, el médico que la atendió, le pasó el ultrasonido y medio vio algo de lo que tiene en esa panza que le da aspecto de iguana. Dice que no se miraba bien, pero que el corazón le latía a mil. Al final, el médico le dijo que por la forma de la barriga todo parece indicar que será un niño. La noticia no le gustó para nada. “Yo quería niña para hacerle colas”, me dijo, y de nuevo soltó su risotada de muñeca cruel, mecánica, que se burla de sí misma.

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